Es lo que dije anoche al ver pasar una bici de piñón fijo verde y blanca por mi barrio. Desde hace poco empiezan a verse por Alicante algunas de estas singulares bicis. Hay quien sitúa su origen en la ciudad de Nueva York y, al parecer, desde aquí se han extendido por diversas ciudades europeas. Alguno de los fixeros que he conocido aseguran que la sensación que se experimenta al circular con ellas es completamente distinta a una bicicleta convencional.
¿Qué tienen de especial? Ni más ni menos que ser la bici reducida a su mínima expresión. Únicamente llevan un plato y un piñón y por lo tanto carecen de cambios de marchas y desviadores. No llevan ningúna accesorio como guardabarros o portabultos. En muchas ocasiones carecen de frenos ya que se pueden frenar simplemente pedaleando hacia atrás. El hecho de que el único piñón no sea libre provoca que rueda, cadena y pedales se muevan siempre simultáneamente y, por lo tanto, obliga a pedalear continuamente. Utilizar una de estas bicis por la ciudad requiere un dominio perfecto de la máquina, habilidad y tal vez un punto de locura.
¿Una moda? El tiempo dirá si han llegado para quedarse. De momento, en nuestra ciudad abrirá próximamente una tienda dedicada a estas preciosas y peculiares bicis y probablemente comencemos a verlas más a menudo.