El siguiente artículo es una nota de prensa de la coordinadora ConBici, ONG que representa a 57 asociaciones ciclistas de toda España desde hace 25 años, entre ellas, Alacant en Bici.
Propuesta de eliminación de la
obligatoriedad del uso del casco para vías
interurbanas
¿Por qué es obligatorio el casco en
España? Contexto y perspectiva El contexto de la obligatoriedad debe
ser visto dentro de la aprobación de la “Ley de adaptación de las normas de
circulación a la práctica del ciclismo” que la mayor parte del entorno ciclista
rebautizó como “Ley anticiclistas”. Fue una ley aprobada por el Parlamento en la
que la concepción de la bicicleta era exclusivamente deportiva, error que ha
lastrado a la bicicleta en este país durante muchos años. El posterior
Reglamento General de Circulación maquilló esa obligatoriedad absoluta, al
entender que era única en Europa, pero sigue constituyendo una rémora para el uso
de la bicicleta como vehículo habitual o
Dicho reglamento contiene diversos
supuestos que en realidad se introdujeron para contentar a ciertos colectivos,
que quedan con ello exentos del uso del casco en determinadas circunstancias,
dado que políticamente nadie se atrevía a reconocer que lo más lógico era
eliminar la obligación de uso.
La motivación del cambio legislativo
debería ser adecuar nuestra normativa a los países más avanzados, en los que
la bicicleta ya esta instaurada, y estandarizar las normas con las
Europeas.
Los tiempos han cambiado, pero la
normativa sigue perteneciendo a esos días en los que a un ciclista por la calle
se le llamaba “Indurain” aunque vistiera de chaqueta y zapatos.
Los ciclistas deportivos de carretera
no son la mayoría hoy en día y el ciclista potencial actual es el cotidiano y de
ocio no deportivo, para el cual el uso obligatorio del casco para ciclistas es
desincentivador y técnicamente inadecuado, con lo que se genera una
aversión lógica a una ley que le bliga a usar una medida que no considera
efectiva.
Falta de rigor
Ante cualquier asunto que tratar, el
proceso, a grandes rasgos, debe ser siempre el siguiente:
Detectar un problema
Analizar las causas
Buscar soluciones y aplicarlas
Evaluar resultados
Respecto al tráfico ciclista, en
España no se ha realizado ninguno de estos pasos. ¡Ninguno! El único problema
detectado es que hay mucha accidentalidad ciclista pero no se ha
detectado como problema que haya muchas lesiones craneales (no se ha
podido detectar porque no se ha estudiado), no se han analizado las
causas de los accidentes ni sus consecuencias. Se ha propuesto una
presunta solución a un problema que no se ha detectado y que tiene una única
intención populista y, para más inri, no se ha hecho ningún estudio posterior
para evaluar la eficacia (o su falta) de las medidas. Y, aunque se hubiera hecho,
tampoco había nada previo con lo que comparar para hacer una correcta
evaluación.
Se ha aplicado una medida que pretende
resolver un problema que no se sabe si existe y, nueve años después, no
hay ningún dato sobre sus posibles efectos. Las cosas no se pueden hacer
así. No puede salir bien.
En los países donde sí se han seguido
todos estos pasos, la conclusión casi unánime ha sido que el casco
obligatorio no es una medida adecuada: no soluciona ningún problema existente y,
además, aporta problemas nuevos que no existían.
Disminución del uso de la bicicleta y
disminución de la seguridad Investigaciones tanto independientes
como gubernamentales realizadas en el mundo determinan que la obligatoriedad
del uso del casco para ciclistas disminuye el uso de la bicicleta.
También está ampliamente comprobado que el mayor factor de seguridad para el
ciclista es tener muchos ciclistas pedaleando. Más ciclistas en calles y
carreteras significa mayor visibilidad, aumento de conciencia de su presencia y
sensación de legitimidad de su circulación. En este escenario de
mayor visibilidad ciclista, quienes conducen vehículos a motor
tienden a percibir a las bicicletas no como un elemento intruso que les molesta sino como un
actor más del tráfico y aumentan su precaución con naturalidad. Por lo
tanto, más ciclistas pedaleando sin casco
proporcionan más seguridad que menos
ciclistas pedaleando con casco.
¿Están equivocados países que
promocionan o han pasado en los últimos años a promocionar la bicicleta como
Dinamarca, Alemania, Francia, Reino Unido, Países Bajos, Irlanda y un
largo etc.? Estos países no obligan al uso del casco. Vistas las cifras de uso de la
bicicleta ¿no estarán en el camino correcto y España en el erróneo?
En todos los países donde se ha
estudiado el tema con seriedad antes de imponer la obligatoriedad del casco han
acabado por concluir que el casco de ciclista puede salvar algún cerebro,
pero destruye muchos corazones. Un gobierno que vela por sus ciudadanos
tiene la responsabilidad de considerarlo.
Razones médicas
Muchas veces se mencionan razones
médicas para defender el uso obligatorio del casco. Paradójicamente, la
Asociación de Médicos de Gran Bretaña rechazó una moción de apoyo a la
obligatoriedad del casco para ciclistas. Consideró que el uso obligatorio del
casco produciría una reducción significativa del número de ciclistas,
tal como sucedió en Australia 1, y que esto
sería contrario al objetivo de la
Asociación de promover un estilo de vida sano.
Existen estudios que cuestionan las
bondades del casco. En ellos, se indica que el casco para ciclistas puede
producir lesiones por rotación 2. Estas lesiones no se habrían producido de no
haberse utilizado el casco.
Conducción y riesgo
La obligatoriedad de uso del casco en
vías interurbanas refuerza la creencia errónea de que la bicicleta es un
vehículo inherentemente peligroso y evita reconocer los diferentes usos que se
pueden hacer de ella. Ciertamente, con una bicicleta se pueden tomar riesgos
en la conducción, condición típica del
ciclismo deportivo competitivo. Pero no
todo en la bicicleta es competir, correr y arriesgar. Existe una multitud de
personas usuarias de la bicicleta con objetivos distintos y conducción acordemente
diferente. Muchas de estas personas son turistas potenciales que, hoy por hoy,
eligen evitar España en sus viajes ante una norma que no comprenden y no existe
en prácticamente ningún país de
nuestro ámbito socio-económico.
El viaje en bicicleta es un sector en
auge en Europa: en Alemania, en el año 2009, movió nueve mil millones de
euros sólo en el sector turístico3.
Desde instancias de la Unión Europea
se están incluyendo políticas estructurales y de cohesión con
destacada relevancia en la promoción del cicloturismo 4. España se auto-excluye
de esta rueda evolutiva con medidas anacrónicas e incomprensibles
para los gobiernos y sociedades más avanzados.
Seguridad ciclista y vehículos a motor
Existe práctica unanimidad en que el
riesgo en la conducción de bicicletas proviene de la posibilidad de atropello
por parte de vehículos motorizados. Paradójicamente, la obligatoriedad del
uso del casco y su supuesta eficacia refuerza la idea de la responsabilidad
del ciclista en los accidentes que
sufre. Se pretende colocar dicha
responsabilidad en las personas que conducen las bicicletas. Esto es
injusto y resulta poco menos que inútil. Poco pueden hacer los ciclistas por su
seguridad si quienes atropellan no hacen algo por dejar de atropellar.
El casco se vende como una forma de
proteger de los atropellos a las personas que conducen bicicletas. El
casco ciclista no sirve para esto.
El casco no evita los accidentes. Los
accidentes se deben evitar en origen, calmando el tráfico, educando y
haciendo normas que aumenten la legitimidad del tráfico en bicicleta y mejoren su
seguridad. Además de, como hemos dicho, aumentando el número de ciclistas,
cosa que, justamente, la obligatoriedad del uso del casco no consigue.
En definitiva, si los vehículos a
motor cumplen con su normativa, el casco obligatorio es innecesario y si no la
cumplen el casco es inútil.
Ciclismo inseguro. Ciclista culpable
La obligatoriedad del casco está
consiguiendo que vaya aumentando el sentimiento de que circular en
bicicleta es inseguro, cuando de hecho es una actividad inherentemente muy segura. Su
inseguridad es creada por factores externos y ajenos y es sobre esos
factores sobre los que se debe actuar.
Las compañías de seguros que
defienden a un conductor de vehículo a motor justifican una menor indemnización en
caso de accidente en el que se ve implicado un ciclista sin casco
exigiendo un reparto de culpas, amparándose en la actual e injusta ley. Como si
llevando casco el accidente hubiera dejado de ocurrir o como si sus consecuencias
hubieran podido ser diferentes. Está
demostrada la ineficiencia del casco
para ciclistas en casos de impacto con vehículos a motor, pero se penaliza
económica y socialmente a la víctima. De nuevo, la víctima aparece como
culpable.
Estudio independiente
Si, pese a las fuertes evidencias, no
se llega al convencimiento de la necesidad de retirar la obligatoriedad del uso
del casco para ciclistas, solicitamos que se encargue un estudio independiente sobre
estos particulares, en el que se consulte a todos los agentes
implicados, incluidos los usuarios. También se debe tener en cuenta los estudios que
han llevado en los últimos años a no considerar apropiada la obligatoriedad
del uso del casco para ciclisas a países como Dinamarca y Francia. No podemos
permitirnos seguir perdiendo usuarios de la bicicleta por culpa de una norma
que no demuestra efectividad.
Hasta ahora, las estadísticas de
accidentalidad ciclista en España no han dicho cuál es la relación entre accidentes
y casco, menos aún cuando no se conocen datos fiables sobre el número de
ciclistas que existe en el país, tampoco del número de bicicletas que existen ni de
los kilómetros recorridos con ellas.
Tampoco existen porcentajes fiables de
las razones para los desplazamientos de los ciclistas (ocio, deporte,
transporte...) Al no conocerse estos datos con cierta exactitud, las estadísticas de
accidentalidad ciclista no pueden ser totalmente fiables ni se pueden tomar
decisiones correctas, algo impropio de un
país como el nuestro.
Postura de ConBici
Queremos dejar claro que desde ConBici
no estamos en contra del uso del casco. Todo ciudadano tiene el perfecto
derecho a utilizarlo; de hecho, muchos socios de ConBici lo utilizan para
algunas de sus actividades, principalmente las más relacionadas con el deporte.
Pero si estamos en contra de su
obligatoriedad, porque dadas todas las
evidencias existentes, el uso del casco debe ser una decisión personal en aras
a evitar el estancamiento e incluso el descenso del número de personas que
utilizan la bicicleta.
Hay que promover actitudes responsables
en los ciclistas. En este caso, la peor forma es obligar al uso del casco,
principalmente porque supone una acción de seguridad pasiva que no evita los
accidentes y porque carga toda la responsabilidad de la seguridad en las
eventuales víctimas (es decir, en los
ciclistas).
Promover (ya no hablemos de obligar) el
casco en condiciones de ausencia de promoción del uso de la bicicleta
tiende a reforzar la percepción de la bicicleta como vehículo inseguro, lo que es un
error. El casco solo debe ser promovido en un contexto de promoción del uso de
la bicicleta, para reafirmar, junto con la seguridad, otros valores asociados con
la bici: libertad de movimiento, medio
ambiente, economía, salud, etc. De no
ser así, la promoción del casco solo puede concluir en un menor número de
ciclistas en las calles y carreteras. Si esto es así, no hay beneficio en un
mayor uso del casco, pues los beneficios asociados con tener más ciclistas en
las calles son mayores en términos de
salud y calidad de vida.
Además, es importante la comprensión
de la seguridad urbana y vial detrás de la discusión sobre la obligatoriedad
del casco. Para ello, deben quedar claras ciertas cosas:
1. La causa de los accidentes está
principalmente en el excesivo número y altas velocidades de los vehículos
motorizados y diseños viales que las permiten y las alientan, junto a la
irresponsable dejación de funciones por parte de las autoridades, que
deberían velar por la seguridad de
todos los usuarios de las vías, unida
a la falta de concienciación social acerca de que quien excede la velocidad
permitida es un criminal en potencia, como ha venido apuntando
reiteradamente el propio fiscal de seguridad vial.
2. El casco no protege contra los
accidentes sino contra algunas de las consecuencias de algunos de ellos. Los
daños a los ciclistas se producen preferentemente en otros
lugares que no son la cabeza.
Consecuentemente, el objetivo debe ser
crear condiciones más sanas para circular y caminar y en ese
contexto promover (pero no obligar) el uso del casco junto con otras medidas
de seguridad.
3. Aparte de otros cuestionamientos ya
expresados, se sabe que la principal causa de muerte o lesiones en
los ciclistas procede de los atropellos por vehículos de motor,
ante los que el uso del casco deviene
absolutamente irrelevante.
Creemos que ha habido un tiempo de
obligatoriedad que puede haber servido para visualizar el uso del casco. Hecha
esa función, ahora es nuestra responsabilidad unirnos al resto de
países de Europa y eliminar la todavía subsistente obligatoriedad del uso del
casco para vías interurbanas. De otro
modo, seguiremos teniendo la triste
cifra de ser el país de Europa con menor uso de la bicicleta por
habitante/kilómetro 5
Permítasenos esta anécdota: Más que
la obligatoriedad del casco, lo que necesitamos es una obligatoriedad del
uso de la bicicleta para ciertos desplazamientos que se realizan, sin
ser necesarios, en vehículos que disminuyen la calidad del aire que
respiramos y provocan accidentes, estos sí, más que serios. Según datos de la
propia DGT, alrededor del 40% de las muertes por accidentes en automóvil lo
son por traumatismo craneoencefálico. La obligatoriedad de un casco integral
para automovilistas podría salvar muchas vidas. No entendemos por qué no
es obligatorio entonces. ¿Quizás porque no lo es en ningún país del
mundo? El casco para ciclistas tampoco lo es en ningún país de Europa y
prácticamente en ninguno del mundo y, sin embargo, lo es en España. ¿No
estaremos equivocados?
Algunas conclusiones tras nueve años
de casco obligatorio
1. El casco obligatorio no ha hecho
disminuir la gravedad de las lesiones ni el número de accidentes. Desde la
obligatoriedad en España del uso del casco en las vías interurbanas, el uso
de la bici se ha mantenido estable (e incluso algunas fuentes, como el
Sector Empresarial de la bicicleta,
argumentan que ha descendido
ligeramente las ventas de las bicicletas más usadas en esas vías) y, sin
embargo, los accidentes han aumentado, pasando a ser, según un
reciente estudio de la aseguradora
MAPFRE, el país número uno en el
ranking de muertos ciclistas en vías interurbanas de Europa, lo que unido a
que somos el único país europeo con obligatoriedad del casco en dichas
vías no dice mucho a favor de esta obligación.
2. En vías urbanas, donde el casco no
es obligatorio, el uso de la bici ha aumentado mucho en los últimos años
y, sin embargo, el número de accidentes no lo ha hecho
proporcionalmente, con lo que, de forma efectiva, se puede concluir que la
accidentalidad ciclista ha disminuido allí donde el casco no es obligatorio.
3. Resulta obvio que el casco no está
teniendo ningún efecto positivo, ni sobre la accidentalidad ciclista ni
sobre sus consecuencias, pero se puede concluir que puede estar
funcionando como elemento disuasorio del uso de la bici (que sólo aumenta
allí donde el casco no es obligatorio, en vías urbanas) e
incluso podría estar funcionando como elemento provocador de accidentes a
causa de la compensación del riesgo del ciclista que lleva un casco,
es decir, asumiendo más riesgo en la conducción al incrementar la
velocidad6.
4. Todas estas conclusiones estarían
alineadas con las de aquellos países donde sí se han hecho esos estudios
específicos que aquí echamos de menos: Austria, Australia, Francia, los
Países Bajos o Dinamarca7.
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